Un monstruo, un teatro o un refugio marino



año:

2023

institución:

Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid [Máster Habilitante]
profs. Federico Soriano, Pedro Urzaiz, Eduardo Castillo

programa:

teatro, refugio climático

lugar:

Guimarás, Filipinas




Es gigante. Está varado en la bahía, a orillas no se sabe si del mar o de la tierra; se le escucha crujir cuando hace viento y se intenta esconder entre los árboles que le rodean, o hundirse en el mar que lo acecha. Erigido bajo las premisas del comercio internacional de mediados del siglo pasado, fue el mayor almacén de azúcar a granel de Asia. Sus entrañas eran una topografía de 60.000 toneladas blancas. En el 84 solo quedaban los granos escurridizos a la grande maquinaria; pegados al suelo, a los gruesos muros de hormigón, en las cuatro esquinas de la nave… Mientras tanto el precio del azúcar se desplomaba, en la isla vecina decenas de miles de trabajadores perdían su trabajo, sucedía una fatal hambruna y aumentaban las tensiones sociales. Está repleto de esos fantasmas, los contiene dentro, es un recuerdo tenso.

Es la víctima un deterioro temporal acelerado y prematuro, pero sostenido en el tiempo, en una descomposición siempre inacabada. ¿Qué sucedería si esto se pausara? Revertir el proceso no es una opción; esconder en otro sitio sus restos resolvería poco o nada, omitiría mucho. ¿Qué hacer con esa materialidad extraña, incómoda a veces, que involucra al cuerpo, lo repele y lo atrae? ¿Qué pasaría dentro, en ese interior siempre oscuro y ahora expuesto a la intemperie?

Desde el mar se ve una nueva cubierta, apoyada indiferente sobre la ruina, jugando con un destiempo. Por dentro, se vuelven a ocupar sus tripas, y sus paredes vuelven a entrar en carga. El mar se cuela, a propósito, bajo su cimentación; se deja pasar al viento, la luz, incluso a la lluvia… como si por fin hubieran vencido a la resistencia que el metal y el hormigón les han impuesto durante décadas. Es vulnerable, pero potencialmente poderoso: estratégicamente situado en el extremo más protegido de la ensenada, impune a los tsunamis o ciclones que azotan el resto de la costa cercana, es por si solo un refugio climático. Cuando el tiempo está en calma, se llena de sonidos que se suman a las mareas, de gente y de espectáculos: es un teatro. A veces, sigue estando vacío, tiene un extraño eco y da un poco de miedo.

















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