
Un monstruo, un teatro o un refugio marino
Por dentro, se vuelven a ocupar sus tripas, y sus paredes vuelven a entrar en carga. El mar se cuela, a propósito, bajo su cimentación; se deja pasar al viento, la luz, incluso a la lluvia… como si por fin hubieran vencido a la resistencia que el metal y el hormigón les han impuesto durante décadas.